Viernes 3 Mayo 2024
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Minsa les prohibió llorar a su muerto por Covid-19 y orientó mentir sobre la causa del fallecimiento

El medio de comunicación Confidencial contactó a familiares del tercer paciente confirmado con COVID-19 en el país, quien  murió en su casa ubicada en Estelí, el 29 de abril, después de que el Minsa le diera de alta.

Minsa les prohibió llorar a su muerto por Covid-19 y orientó mentir sobre la causa del fallecimiento
Minsa continúa ocultando información del coronavirus en Nicaragua/Imágen de Referencia

Según el relato de los afectados, lo que vivieron durante todo el proceso fue aterrador y desgarrador, no solo por la muerte del hombre, sino también por el actuar de las autoridades de salud.

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Él dejó el centro hospitalario, a pesar de que su condición de salud era aún crítica, perdieron completamente el control de su privacidad, además no les permitieron que durante el velatorio lloraran, porque el Minsa no quería que los vecinos no se dieran cuenta del fallecimiento, sin olvidar que durante las honras fúnebres no los dejaron que se protegieran, para no alarmar  a la población.

Todo el suplicio empezó la segunda semana de marzo, cuando el señor viajó a Miami, Florida, para asistir a la boda de una de sus hijas. En el evento también estaba su esposa, una mujer de 52 años.

Después de dos semanas de permanecer en el exterior, ambos ingresaron al país el 23 de marzo, ese mismo día, según Confidencial, él comenzó a sentirse mal de salud, por lo que decidieron ingresarlo al Hospital San Juan de Dios, en Estelí. En ese momento no tenían mayor preocupación porque pensaban que el ahora fallecido tenía algo leve, como un resfriado.

Sin mayor explicación, el 26 de ese mes, le dijeron a la esposa que ya no lo podría acompañar. La mujer pidió explicación, pero el doctor Víctor Treminio, director del Silais, Estelí, lo único que hizo fue corroborar la información.

A esto se le debe sumar que lo remitieron a un hospital capitalino, sin que sus parientes fueran notificados.

Este caso junto al de su esposa, la señora de 52 años, los reportó el secretario del Ministerio de Salud, Carlos Sáenz, el 27 de marzo.

Después de 26 días hospitalizado, narra el medio de comunicación antes citado, Treminio indicó la autorización de la alta médica, a pesar de que el señor presentaba complicaciones por su presión sanguínea y lo que debió ser una buena noticia, se convertiría en un tormento.

“Decían que ya estaba bien, pero se miraba muy mal y no nos tragábamos esa mentira”, refiere la familia.

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El 21 de abril lo llevan a su casa, pero con el cuidado de un médico y una enfermera. En ese momento, el paciente necesitaba estar conectado a un tanque de oxígeno y a aparatos para administrar y dosificar el gas, por lo que  la familia lo quería de vuelta en el hospital.

El director del Silais les dijo que nadie podía llegar a visitarlo, excepto los miembros de la familia.

Cordón policial y guarda de seguridad para evitar que llegaran a verlo

Según Confidencial, para asegurar que así fuera, dejaron en la casa a un vigilante de forma permanente, cuya función, además de pasar desapercibido para los vecinos, era evitar las visitas. La familia también sintió que hasta los médicos los espiaban, y llamaban a las autoridades del Silais para informar cuando la esposa hacía una llamada.

La misión del equipo de vigilancia era, además, impedir que hablaran con los medios de comunicación, porque, según el gobierno que monopoliza la información “todo lo distorsionan”.

Como una premonición de pronta muerte, una madrugada, el señor pidió que le permitieran hacer una videollamada para despedirse de sus hijos en Estados Unidos, y rogó a su esposa que dijera a sus hermanos que los quería mucho. Después de eso rompió a llorar y dijo que quería morirse.

Dos días después, su deseo de verse libre del dolor se cumplió. Aunque no lo supieron de inmediato, pues al mediodía del 29 de abril, el paciente sufrió un paro respiratorio y entró en coma, por lo que los médicos sugirieron a la familia que orara por él.

El paciente murió a las siete de la noche, por lo que reforzaron con un discreto cordón policial, cuyo objetivo era impedir que alguien se acercara a la casa del occiso, mientras el vigilante cumplía la misma función desde dentro de la casa.

Uno de los hijos del fallecido comprobó la eficacia del cordón policial. La familia refiere que él llegaba a ver a su padre a las 10 de la noche, pero un policía vestido de civil, que mostró su arma como forma de identificación, le impidió entrar, a la vez que le exigía no hacer escándalo, porque “no queremos que vengan los medios”.

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Dentro de la casa, el vigilante y el doctor Treminio ordenaron a las mujeres dolientes que callaran y les dijo que si lo iban a llorar, que fuera sin gritos, en silencio. La esposa se desmayó tres veces ante el féretro asegurado con pernos, en donde permanecía el cuerpo de su esposo, enfundado en una bolsa plástica.

Prohibiciones del Minsa

Tanto a la esposa como a la hija las sedaron en el velatorio. Al resto de la familia la enviaron a dormir a varias de las cinco casas que el occiso poseía en Estelí.

En las honras fúnebres, la familia recibió instrucciones precisas de no usar mascarillas, porque eso alertaría a la gente y solo la derecha hacía eso, también les pidieron que no hicieran nada que indicara de que el señor había muerto. Les dijeron que estaba “terminantemente prohibido” que admitieran que se había infectado de Covid-19: debían decir que se enfermó de neumonía y le dio un paro cardiaco.

Igual se les prohibió gritar o expresar su dolor como lo sintieran. Debían llorarlo en silencio, “para que los vecinos no se pusieran nerviosos, y evitar caos entre la gente”.

En el video filmado mientras el ataúd baja a la tierra, apenas se ve a una hija, la esposa, el nieto, un yerno y un cuñado que lloran la partida del pariente, mientras de fondo se escucha un himno religioso que canta una promesa eterna: “Más allá del sol, más allá del sol, yo tengo un hogar, hogar, dulce hogar. Más allá del sol”.

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