Alvarito Conrado, un adolescente que para el 20 de abril de 2018 acababa de cumplir 15 años, estaba consciente del contexto sociopolítico del país y simpatizaba con la lucha de los estudiantes.
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“Son dos años que vamos a cumplir y no hay respuestas de parte del Estado. No está cumpliendo el gobierno, no hay justicia, y tenemos que seguir presionando, para que realmente los verdaderos culpables estén pagando su pena”, dijo el padre del adolescente, quien portaba una camisa que tenía la una fotografía de su hijo impresa
“Esta memoria tiene que persistir, para los jóvenes, para que se den cuenta de los gobernantes, un gobernante que dispara a su pueblo tiene que ser juzgado”, continuó.
“Álvaro estará presente en nuestros corazones y en los corazones de todas las personas, que los vieron ese día y fueron testigos de lo que le pasó. Álvaro Conrado presente, presente, presente”, finalizó.
El 20 de abril de 2018, aunque sus padres le advirtieron que saliera de su casa, Alvarito Conrado los desobedeció y se dirigió a la Universidad Nacional de Ingeniería, UNI, una de las trincheras de los universitarios, para regalarles botellas con agua.
Estudiante destacado
En las afueras de la UNI había un enfrentamiento y aproximadamente a las 11:00 de las mañana el menor recibió un impacto de bala en el cuello, el que, según testigos, salió del arma de un francotirador que estaba apostado en el Estadio Nacional Denis Martínez.
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Inmediatamente, acudieron a socorrerlo, mientras estaba en el piso, trataban de detener el sangrado, por unos momentos lo sentaron y fue entonces cuando dijo: “Me duele respirar, me duele respirar”.
Posteriormente, lo trasladaron en un automóvil hacia el Hospital Cruz Azul, clínica previsional, donde, de acuerdo con las declaraciones de sus padres, se le negó la atención médica.
Ante la negativa, decidieron remitirlo al Hospital Bautista, donde murió durante una cirugía que duró 4 horas, debido a que había perdido mucha sangre.
El adolescente se destacó como atleta en el Instituto de Loyola, de la Compañía de Jesús y se convirtió en símbolo de las protestas contra el gobierno de Ortega-Murillo.