Los lugareños pedían temerosos que se lo llevaran a un lugar adecuado, alejado de las viviendas.
Al enorme reptil lo inmovilizaron en espera de que especialistas del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente) lo retornaran a su hábitat natural.
Habitantes de esa zona periférica y otras ribereñas a la ruta fluvial alertaron que esos ejemplares viven en afluentes cercanos a sus casas.
Cuando hay lluvias y se produce la creciente de quebradas y riachuelos, estos cocodrilos (Crocodylus acutus) transitan por patios, veredas y calles en busca de alimentos, por lo general gallinas, perros y gatos, pero una vecina dijo al diario Panamá América que temen el ataque a personas, que ocurrieron en ocasiones.
Protección de especies
Algunas de estas agresiones, reportadas por la prensa local, casi siempre resultan fatales, pero el pasado año un joven logró sobrevivir a una mordida, cuando pescaba junto a dos compañeros, cuyas actuaciones le permitió salvar su vida, aunque recibió heridas en la cabeza que requirieron de atención médica.
Según científicos especializados en esta fauna, la mordida de un cocodrilo puede ser 80 veces más fuerte que la de un león y su presión se calcula en mil 700 kilogramos, mientras la especie más común puede alcanzar hasta los siete metros de largo y media tonelada de peso en la etapa adulta.
Los moradores de varias comunidades cercanas al Lago Gatún, el principal del canal, testimoniaron que los lagartos (como los llaman aquí) pueden observarse tomando sol en la orilla, al igual que en afluentes de la cuenca canalera ubicados más cercanos a la ciudad de Colón, como Cuatro Altos.
Similares observaciones se reportaron en barriadas capitalinas atravesadas por ríos y en otras urbes del país, en las cuales es común la presencia de fauna salvaje como serpientes, ardillas, osos perezosos y otras especies que habitan en las selvas aledañas, pero el desarrollo urbano les redujo sus espacios, opinaron expertos.
La cultura ambiental de los panameños se encamina al cuidado de ese tipo de ejemplares que tienen veda permanente, aunque cazadores furtivos se arriesgan a la captura o muerte de tales animales con fines comerciales, pero reciben altas multas cuando son sorprendidos por las autoridades.
