Da gusto ver el fogón, o cocinero y un hermoso horno a su lado, del que sale el famoso pan de mujer, rosquillas, viejitas y tortilla dulce, principalmente los fines de semana.
Algunos dicen y yo creo lo mismo que la comida preparada en cocinero, es más deliciosa, tiene un sabor especial casero: La marca de Mamá.
Qué me dicen de los huevos de Amor revueltos con tomate de gallina o cherry, el infaltable gallopito, las tortillas de maíz nezquizado, palmeadas a mano abierta y en comales, hasta verlas doraditas.
Los baldes de leche agria, cuajadas y el infaltable tarro de café negro, siempre humeante y molido en piedra, que lo cultivan orgánicamente en esta parte del "Pulgarcito de Carazo".
Por último, las ollas de barro repletas de frijoles, que, hasta nata rojiza levantan.
Hay dos particularidades en estos cocineros, que ya son pocos en Carazo...
Siempre permanecen encendidos, pero con poca leña, aunque es lo que más abunda en el campo.
Lo segundo es ver a las abuelas vestirlos de blanco impecable con cal y cenizas hasta dejarlos de nuevo inmaculados.
Es bueno destacar que ahora que doña, María Chavarria, está un poco sosegada, las tortillas corren a cuenta de doña, Margarita Matus, muy allegada a la familia.
Doña, María Chavarria, también es la suegra del periodista, licenciado, Manuel Álvarez Calero y la imagen del presente trabajo también es de su autoría.