Bajo este argumento, numerosos perfiles profesionales —como profesores, médicos o programadores— podrían utilizar esta tecnología para ser más productivos en sus respectivos trabajos y así poder dedicar su tiempo a desempeñar otras tareas o a buscar otras fuentes de ingresos.
Parecía que ese también iba a ser el caso de los abogados, especialmente después de que ChatGPT demostrase ser capaz de aprobar la carrera de Derecho. Aun así, hasta ahora seguía existiendo cierta reticencia a utilizar estas herramientas y algunas empresas llegaron incluso a ofrecer importantes cantidades de dinero a aquellos abogados que se atreviesen a usarlas en un caso real.