Todo comenzó cuando una hermana de la rama apostólica de este instituto religioso llegó a la localidad de Paiporta, tal vez la más golpeada por las inundaciones sucedidas la noche del martes 29 al miércoles 30, para ayudar en las labores de limpieza y desescombro.
Las parroquias, como el resto de los inmuebles, fueron anegadas casi en su totalidad, afectando el agua a la preservación del Santísimo y las imágenes, así como el mobiliario y los ornamentos litúrgicos: albas, cíngulos, estolas, casullas, corporales… Todo lleno de barro.
Cuando se dio cuenta de que se había perdido casi todo en las sacristías, informó a sus hermanas contemplativas, según relata a ACI Prensa la Madre Pietatis.
“Tuvimos la idea de ayudar de este modo, ya que no podemos ir. Entonces ella comenzó a traer los ornamentos y nosotras los lavamos y, los que no se pueden restituir, los hacemos nuevos”, detalla.
La importancia de los ornamentos litúrgicos en la Misa está recogida en la Instrucción General del Misal Romano. En ella se especifica que la diversidad de ministerios en la Iglesia “se manifiesta exteriormente en la celebración de la Eucaristía por la diferencia de las vestiduras sagradas” y que “es conveniente que las vestiduras sagradas mismas contribuyan al decoro de la acción sagrada”.
Esta colaboración se ofreció de forma “totalmente gratuita”, subraya la religiosa, pero uno de los sacerdotes decidió comunicar la iniciativa con la cuenta corriente de las contemplativas, para ayudar a sufragar los gastos para productos de limpieza "porque el barro no se va fácil" y telas e hilos nuevos para tejer y bordar.
Fuente: Aciprensa