Viernes 29 Marzo 2024
Internacionales

La sorprendente historia de la médico nicaragüense en silla de ruedas que trabaja en la OMS

“Si lloras porque no puedes ver el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”, dijo el poeta bengalí , filósofo y  nobel de literatura   Rabindranath Tagore y es que sin duda alguna la vida suele ser un concepto difícil de explicar a profundidad; afrontar los momentos dolorosos de la forma correcta suele ser aún más complicado. Sin embargo, no puedes dejarte derrumbar, de lo contrario no podrás descubrir el propósito, e incluso la belleza detrás de esas circunstancias, aspecto que sin duda alguna comprendió la médica nicaragüense, Karen Reyes, de 41 años, quien actualmente trabaja en la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Karen Reyes,doctora nica que trabaja en la OMS
Karen Reyes,doctora nica que trabaja en la OMS
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El medio comunicación Nicaragua Investiga elaboró en base a una entrevista de Nadia Vado, reconocida coach de vida, un artículo sobre la historia inspiradora de Karen Reyes, especialista en otorrinolaringología. 

En el escrito se menciona que ella actualmente vive en Suiza y labora para la reconocida entidad internacional OMS. Pero antes de alcanzar este éxito, el camino que recorrió para estar en el lugar en el cual se encuentra  estuvo marcado por kilómetros de pruebas, dolor, resiliencia, determinación; pero en los cuales, cada paso que daba pudo sentir el amor de Dios y su grandeza.

Un accidente de tránsito le transformó la vida

Reyes logró sobrevivir un 16 de marzo, hace nueve años a  un accidente de tránsito que la dejó sin la habilidad de volver a caminar. Ella estudió medicina en Nicaragua, pero se especializó en México, país donde ocurrió el accidente vehicular 

“Según la descripción pericial: el exceso de velocidad. Nos volcamos varias veces, nos salimos de la carretera y un árbol nos detuvo”, cuenta”, “fui parte de las estadísticas”, dijo.

“Alcohol y velocidad no dejan nada bueno, te puede cambiar la vida en un abrir y cerrar de ojos. Iba de copiloto, íbamos solo dos personas en el carro, puedo decir que el cinturón me salvó la vida. Es verdad que salva vidas”, agrega Karen Reyes 

“Según me cuentan, yo llegué consciente pero desorientada. A mí me preguntaban mi nombre y yo decía: Karen María Madre de Dios, ruega por nosotros. Yo rezaba”. Relata que tuvo sangrados internos y fue sometida a su primera cirugía en ese centro hospitalario.

Al despertar de la intervención quirúrgica vio que sus padres y sus dos hermanas estaban en el área de recuperación. Ellos habían viajado para estar con ella, pero intuía que algo no estaba bien y lo que era una sola intuición dejó de serlo, para convertirse en una certeza. El cirujano especialista en columna entró con la resonancia y le dio el diagnóstico de que tenía una lesión completa de su médula espinal. 

“Es una parálisis de la cintura para abajo”, relató. El doctor le indicó que las estadísticas indican que menos del 10% de las personas vuelven a caminar con ese tipo de afectación. “Y con el tipo de lesión que yo tengo, se reducía más”, lamentó.

“Yo no recuerdo momento de shock, no recuerdo momento de ¿qué me pasó?, que no puedo caminar, no me puedo mover, solo sentía dolor en mi espalda”, comparte. Pero ella sabía que no podía mover más sus piernas.

“Pasé hospitalizada en México un mes, hasta poder viajar. Una vez que estuve estable, me trasladaron a California a un centro de rehabilitación». Se enfrentaba con su nuevo mundo y era necesario reinventarse. Aprendió a vivir bajo su condición, a la vez  hacer las necesidades básicas: darse vueltas en la cama, poder bañarse, estar sentada, prevenir complicaciones, saber usar la silla de ruedas, entre otras cosas.

 “Todo ese mes no me daba el pensamiento más allá de lo que estaba viviendo. Tengo que aprovechar este tiempo, son días contados los que tengo que estar aquí y no me podía dar el lujo de decir: hoy no quiero hacer nada”, recuerda.

El otro paso que tuvo que dar fue cuando le dieron de alta en el centro de rehabilitación y llegó a la casa de una tía que vive en California. “Me cae el balde de agua helada”, es lo que dijo al experimentar la realidad. Relata que durante el primer año después del accidente logró entender las estadísticas que el médico le había dado. “Tengo que dar todo y fue recibirlo todo, porque recibí una avalancha de apoyo de todo mundo”, afirma.

 “Y a través de esto la bendición de Dios de sentirme querida en el momento más crítico de mi vida”, refiere.

“Recuerdo también de profundizar mi relación con Dios. Recuerdo la primera vez que fui a la iglesia, llegué al Santísimo y simplemente le dije: –¿De verdad así me querés? ¿Así en silla de ruedas? Aquí estoy”, resalta. 

“Siempre tenía presente que Dios tenía una historia perfecta para mí y la tengo que aceptar. Y ese día le dije: ¿De verdad esta es la historia perfecta? Pues aquí estoy: me tenés que enseñar, me tenés que abrir el camino y me tenés que decir cómo, porque no sé cómo”, clamó.

Para Karen la vida ahora tiene otro significado. El día de aquel accidente ella perdió las posibilidades de caminar, pero irónicamente, nunca había llegado tan lejos como el día en que comprendió que el camino era creer en sí misma y nunca detenerse.

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