El nombre del robot, puede describir perfectamente la historia de vida Diana, una vida llena de perseverancia, de lucha, pues desde niña tenía un sueño, que hoy tiene el sello de logrado, a pesar de que parecía imposible por sus condiciones y las limitaciones.
En un principio nada fue fácil. De hecho, llegó a Estados Unidos con tan solo 17 años, 300 dólares y sin saber hablar inglés, después de abandonar su país Colombia, para encontrar un futuro mejor para ella y su madre recién separada.
La ingeniera aeroespacial empezó ganándose la vida limpiando casas y en una panadería, durante tres años para poder pagarse sus cursos de inglés.
En una entrevista en el medio colombiano El Espectador de 2020, Trujillo afirmó que entonces sabía que "ya era hora de elegir una carrera", pero que "no sabía muy bien qué estudiar". "Sentía que no avanzaba", recuerda. Hasta que un día se encontró una revista en la Universidad de Florida donde constaba la lista de todas las mujeres que habían sido astronautas. Asegura que pudo "ver que habían otras mujeres de otros países, con otras lenguas" y se inclinó por ser ingeniera espacial".
Ella siempre tuvo un amor especial por las matemáticas, algo poco usual entre los jóvenes, quienes expresan que esa materia “es un serio dolor de cabeza”.
"Se notaba la diferencia entre las carreras escogidas por los hombres y por las mujeres. Ellos soñaban con estudiar alguna ingeniería, mientras que ellas se impulsaban más por el lado artístico", recuerda de su paso por la escuela.
Además, explica que "me hice más amigo de niños que de niñas y es interesante porque ahora de adulta cuando hablo con mis colegas mujeres es la misma cosa para ellas y es triste, porque no es que seamos distintas o aprendemos diferente".
Durante su carrera fue seleccionada para ser parte del programa de la Academia de la Nasa, mientras siguió sus estudios en la Universidad de Maryland para desempeñarse como gerente de operaciones de la academia en el departamento de educación de la NASA.
Empezó en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL), donde construyen la mayoría de las naves espaciales no tripuladas. Más tarde, se incorporó al equipo del brazo robótico de la misión Curiosity, que tenía como objetivo principal determinar si existió vida alguna vez en Marte. Ya en 2014 pasó a ser jefa de esa misión y, finalmente, ocupó su actual cargo.
Trujillo explica que el objetivo es encontrar mujeres que están en la universidad y que quieren trabajar en el espacio, pero que "no gozan de las misma posibilidades porque somos heredas de la discriminación, porque hay gente que aún piensa que las mujeres no son capaces o no saben hacer bien las cosas".
Hoy su nombre resuena no solo en nuestro planeta, sino también en el espacio.