La rusa lo roció en el rostro y espalda con ácido sulfúrico, lo hizo segundos después de confesarse con él, lo que provocó serias quemaduras y el avance de una enfermedad de insuficiencia renal que no permite al sacerdote valerse por sí mismo. “En mi corazón no queda más cicatriz que simplemente olvidar lo que sucedió, hoy en mi corazón solo existe amor y comprensión para esa persona, que donde sea que esté pueda reflexionar y cambiar”, aseguró el sacerdote.
Guevara confió durante la homilía de una misa de acción de gracias por su sanación, que además de Cristo, han sido los fieles católicos y sus familiares quienes le transmiten deseos de continuar con su vida sacerdotal. “La Iglesia Católica también ha dado todo su apoyo y es satisfactorio ver su recuperación, porque las condiciones en las que estaba fueron duras, pensamos que lo perderíamos”, dijo Jorge Guevara, hermano del sacerdote.
“Le escucho la voz ahora más fuerte y más firme que antes, quizás esto se deba al momento de sufrimiento que le tocó vivir y el sufrimiento lo que hace es afirmar la fe y la confianza en Dios”, expresó Mirna Miranda, feligrés católica. Mientras tanto, Gonn fue condenada a ocho años de prisión por el atentado.