Martes 23 Abril 2024
Nacionales

El temor es mas grande que la bondad de Caraceños

Cuando llegan a las costas de Carazo los inmigrantes africanos y haitianos corren en busca de zonas montañosas para dormir de día y caminar de madrugada. Estos inmigrantes sin documentos usan a Nicaragua como una estación más en su travesía a Estados Unidos.

Pobladores del "Ojochal" dicen ver en graves condiciones de salud a los inmigrantes.

Algunas de estas personas dicen ser de la República Democrática del Congo y otras de Haití.

Pasan hambre, sed, enfermedades y lucen descuidados, explican habitantes de Carazo. Se presume que llegan a las costas de Huehuete, Tupilapa y Casares, balnearios pertenecientes al departamento de Carazo, ayudados algunas veces por los lancheros. Cada lanchero cobra entre US$100 y US$200 por persona para trasladarlos desde la ciudad de Rivas hacia Veracruzde Acayo, Chacocente, El Astillero, Huehuete, Tupilapa y Casares.

Luego de arribar a tierra firme, los indocumentados se internan en las montañas aledañas a las costas para emprender su camino por zonas en las cuales disminuyen el riesgo de ser vistos por la guardia costera. Por tal motivo, los inmigrantes duermen de día para lograr avanzar en caminos por la noche y la madrugada.

Madrugada y noche

Muchos de los lugareños afirman que ven pasar grandes grupos de africanos, pero que es más frecuente en horas de la madrugada y a la medianoche.
Rosa María Rojas, habitante del Ojochal, comunidad de Huehuete, cuenta que tras muchos años de habitar en el lugar nunca había visto a tantos africanos juntos. Agrega que los ve caminar sin un guía.

Comentó que ella les ha regalado agua y que los ve bien sucios, deshidratados y con mucha hambre. En sus ojos, afirma, solo ve tristeza, lo que le parte el alma, pero no brinda más ayuda por temor a ser arrestada.

Sin familia

Gilberth de la Fortune es originario de la República Democrática del Congo y cuenta que tiene más de cuatro meses desde que dejó a sus tres hijos y esposa, de quienes no sabe nada.

“Ya con esta son cuatro veces las que intento pasar, pero solo aquí en Nicaragua nos detienen, no sé por qué, solo queremos mejorar nuestra vida, queremos trabajar y defendernos del hambre y la muerte que está horrible en nuestro país”, explicó entre lágrimas De la Fortune. Para Kalo Suba, la historia no es la misma, porque él no quiso dejar a su familia muriendo de hambre en el África, así que decidió traerlos.

“Yo traje a mi esposa y a mi hija de dos años, queremos trabajar y mejorar nuestra vida, allá nos estamos muriendo de hambre, no hay agua, no hay vida, no hay nada”, sostuvo Suba.

La historia se repite por cada uno de los entrevistados, pero cuentan que caminan mucho por el monte, ya sin rumbo fijo porque los coyotes los dejan botados en medio de la nada. Estos ciudadanos no se atreven a preguntar nada a la población por miedo a ser denunciados. “Los mosquitos nos pican, aguantamos mucha hambre, porque nos han robado nuestras pertenencias, pero aun así tenemos el sueño de llegar a los Estados Unidos, en donde queremos trabajar nada más, así que pedimos al presidente de esta nación a que nos ayude a seguir con nuestro rumbo”, dijo Nadia Siyogua, originaria de Haití.

Siyogua también confesó que cuando salen de su país natal no necesitan ningún tipo de documentación, sino un permiso por diez días, que es cuando aprovechan para comenzar la gran travesía llena de riesgos.

No son detenidos

El comisionado Ángel Bonilla, jefe de Auxilio Judicial de la estación policial de la ciudad de Jinotepe, en Carazo, dijo: “Aquí no se apresa a nadie de estos inmigrantes, solo cumplimos con las orientaciones, que son darles refugio, comida, levantar datos y luego trasladarlos el mismo día hacia la frontera sur”.
Hasta el momento se contabilizan un poco más de 100 inmigrantes, entre africanos y haitianos, que han sido retenidos en varias partes del departamento de Carazo.

“Los lugares han sido distintos, con cantidades de personas y niños, de los cuales se contabilizan 10 menores de edad, los puntos más específicos han sido Amayito, Tupilapa, Huehuete, Chacocente, pero se presume que de Rivas los dejan en un lugar llamado Punta de Piedra, que ya es territorio de Carazo”, precisó Bonilla.

Hasta el momento en Carazo no se ha capturado a ningún nicaragüense encargado de movilizar a los inmigrantes ilegales y que se conocen popularmente como coyotes. En Managua sí han sido procesadas algunas personas por el tráfico de inmigrantes ilegales. La guardia costera resguarda y recorre en Carazo varias zonas para dar con el paradero de los coyotes y de los migrantes ilegales.

El 28 de julio, en el sector del Ojochal, en Tupilapa, se encontró muerto a un sujeto de identidad desconocida. Estaba en un matorral y se presume era de origen africano. Para estas personas es muy difícil dejar en el camino a sus compañeros enfermos, pero la situación y la sed de continuar su rumbo los hacen abandonar a quien sea, ya que no pueden ir cargándolos, pues el camino es muy largo.

Fuentes extraoficiales indican que hay un grupo de unos 40 indocumentados, adentrados en la zona del Ojochal, montaña adentro. Por esta razón la Policía Nacional está investigando en la zona.

El temor de ayudar es mas grande que la bondad de los caraceños

 Rosa Mendieta es originaria de la comunidad de Amayito, en Diriamba, Carazo. Comenta que cuando ve pasar a los africanos y haitianos les brinda alimentos con más miedo que otra cosa por temor a caer presa. “Me da miedo que la Policía me eche presa por darle de comer a esta pobre gente, me da miedo que estas personas vengan enfermas, pues se dice que en África están todas las enfermedades malas”, expresó Mendieta. Tal es la historia de Ricardo López, habitante de la zona costera de Casares, quien fue apresado para ser interrogado por la guardia costera de esa localidad. Todo hace parecer que fue porque López llevó comida y ropa a los indocumentados, sin dar aviso a las autoridades.

“Nosotros queremos ayudar a esta gente, somos seres humanos y ellos nos necesitan, dan pesar. Yo fui porque un grupo de personas hizo recolectas de víveres para ellos y por miedo nadie quería ir, así que yo fui y si por eso voy a caer preso pues ni modo, queda en mi conciencia la ayuda que le di a esa pobre gente”, dijo López.

Con información de: El Nuevo Diario

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