Era la primera vez que en la rama femenina Nicaragua conquistaba un metal plateado. Antes, en el 2012 se había logrado una presea de bronce gracias a las pinoleras Elia Machado y Swan Mendoza.
“Esa medalla se la dediqué a mi mamá. Todos mis logros son para ella. Hace ocho años falleció, tenía 42 años de edad, pese a ser una persona con discapacidad debido a un derrame cerebral nunca nos faltó nada, siempre la admiré por eso, y aunque ya no está conmigo siempre siento que me cuida. Mis logros son para Dios y para ella. Mi mamá es mi ángel en el cielo”, confesó con emoción Socorro, de 24 años de edad.
En la final, Socorro y Lolette Rodríguez chocaron con Cuba, que se quedó con la medalla de oro al ganar en dos sets, pero para eso tuvieron que dejar en el camino a México y Estados Unidos.
“Fue difícil pero a la vez no imposible. Solo en entrenamiento había jugado con mi compañera Lolette. Nos sirvió mucho la comunicación porque en cada punto que perdíamos Lolette me alentaba. Jamás había tenido esa experiencia en un torneo así. Me siento alegre, satisfecha. Estuvimos trabajando juego a juego. Con México perdimos el primero y el segundo lo ganamos lo que nos motivó para sacar el siguiente set. Luego con Estados Unidos fue increíble, nos animó la gente”, recuerda con alegría Socorrito, como cariñosamente le llaman.
Socorro no nació en una cuna de oro. En su hogar siempre hubo muchas necesidades, como actualmente las tiene, pero que le siguen sirviendo para abrirse paso con carácter ante la vida.
“No ha sido fácil ser atleta. He hecho muchos sacrificios. En muchas ocasiones he tenido y sigo prestando para el pasaje. En varias ocasiones he querido dejar todo, pero mi familia, mi novio Cristhian Álvarez, los compañeros de juego, y mis entrenadores Sergio Silva y Erasmo Palomo me tienden la mano. Me siento alegre y agradecida con la gente que ha confiado en mí”, cuenta con franqueza López.
Bastante joven, Socorro practicó futbol, atletismo y el voleibol. Pero en el 2012 el destino le tenía preparado una cita, de la cual no se escaparía.
“En el 2012 recuerdo que mi entrenador Marvin Guillén, quien me enseñó los primeros pasos en esta disciplina y a quien quiero como un padre, me comentó de un torneo de voleibol playa de novatas y junto a mi amiga Morelia Gallo decidí participar. Ahí me vio el entrenador Sergio Silva y a los 17 años integré la Selección Nacional Juvenil de Voleibol Playa y ahora estoy en la Mayor”, contó Socorro.
Sus metas
Socorro está consciente que el deporte no es para toda la vida, por eso uno de sus máximos sueños es retomar y ejercer su carrera de Marketing y Publicidad, que por cuestiones económicas no pudo continuar desde hace dos años. Solo le falta un año para graduarse.
“Otro de mis sueños es tener un trabajo, ganar mi dinero para ayudar a mi abuelita y mi tía, que tanto me han dado”, finalizó la joven.
Periódico Hoy