La información la dio a conocer el periodista Jairo Castillo, a través de su cuenta oficial de Facebook.
“Durante varios meses, Mayorga estuvo librando la más importante de sus batallas, sin embargo, perdió contra el temible rival de la adicción. En el mes de agosto del año pasado, circuló en redes sociales un video en el que Mayorga aparecía en deplorables condiciones, totalmente devastado por las drogas y el alcohol”, indica parte de la publicación de Castillo.
Mayorga, en agosto del 2020, había aceptado ingresar a Las Águilas, sin embargo solo estuvo dos meses, como mínimo debió permanecer tres. Máximo seis. Pero su esposa lo sacó antes. En este mes cumpliría cuatro meses de haber abandonado las instalaciones.
“Mayorga solía contar de su niñez a los demás internos y se le salían las lágrimas. Recordaba la pobreza, de cómo con botellas plásticas jugaba a los carritos. Y de cómo una vez le fue a pedir ayuda a un transportista porque en la casa no había qué comer. El transportista le pidió que le ayudara a descargar un camión y luego le dio dinero. Ese día hubo comida en la casa de Mayorga y él nunca lo olvidó. Ya convertido en campeón mundial de boxeo, Mayorga contó a los internos que fue a buscar al transportista, quien ya no se acordaba de la ayuda que le había proveído. El boxeador le ayudó a su antiguo benefactor a terminar de pagar un camión, según contó él mismo”, se relata en un reportaje que realizó el medio de comunicación La Prensa sobre Las Águilas, que ubicado en el barrio San Sebastián, de donde fue el Cine Blanco hacia el norte, en los Laureles. Es una casa acondicionada para ser centro de rehabilitación
A Mayorga sus excompañeros de Las Águilas lo describen como “un gran ser humano”, pero suele enfurecer fácilmente. Le gusta la limpieza y en una ocasión le dio una cachetada a un interno porque no quiso levantar el colchón para que Mayorga limpiara. “Es obsesivo con la limpieza”, cuentan.
Dijo que consumiría en su casa para no dar lástima
“En Las Águilas Mayorga no podía estar quieto. Si no estaba hablando, jugaba desmoche, a los ceros y equis o al tablero. “Lo hago para no pensar”, les confesaba a sus compañeros. “Siempre estaba hablando y siempre con un cigarro en la boca”, dice uno de los internos. Si no hacía eso, andaba enojado, caminando de un lado para a otro”, agrega.
El exboxeador les confesó a algunos internos antes de salir que seguiría consumiendo, solo que en su casa, en su sala de billar, para ya no dar lástima en las calles.