Herlinda Sujey Blandón tiene 14 años, y 3 de pertenecer al centro Las Hormiguitas, no se imagina un día sin asistir con sus demás amigos a este lugar al que considera su segundo hogar.
Son alrededor de 100 niños, niñas, adolescentes y jóvenes los que este centro atiende. Estudian primaria y secundaria, con la particularidad que son hijos e hijas de madres solteras que trabajan desde muy temprano en diferentes actividades del comercio informal. Antes de pertenecer a este centro, muchos se mantenían solos en sus casas o, por circunstancias de la vida, salían con sus padres a trabajar como vendedores ambulantes.
Herlinda cuenta que salía a vender con su tía, pero su día a día cambió y pasó de cargar una pana con tortillas a estudiar música, arte, deporte, dibujo y reforzar sus estudios. “Mi experiencia aquí ha sido muy bonita porque he tenido bastantes cosas que aprender. También he experimentado cosas muy bonitas (…) lo que más me gusta es el deporte, me encanta el fútbol (sonríe). En la computación aprendés bastante, en danza te llevan a otros lugares, te desarrollas bastante”, cuenta emocionada la adolescente.
Por su parte Marvin Chavarría expresó que él forma parte de la “Escuelita Móvil”. Se encarga de enseñarle a niños más pequeños. Les cuenta cuentos, dibuja con ellos, les explica los números y todo lo que él ha aprendido en los tres años que tiene de ser parte del centro Las Hormiguitas. “Apoyo a los niños que se mantienen en la calle, les enseño a sumar, les ayudo a leer, a hacer dibujos con láminas, entre otras cosas”, detalla Marvin y narra lo que es su jornada en el centro mientras su mamá vende en las calles de Matagalpa.
“Un día andaba vendiendo con mi mamá en el mercado y escuchamos a una señora anunciando que habían cupos para venir aquí (Las Hormiguitas) y mi mamá decidió enviarme”, ésta es la historia de cómo Josué Almanza llegó a este centro. “Yo vengo a hacer tareas pero cuando los niños más chiquitos no pueden yo les ayudo y los más grandes me ayudan a mi si tengo problemas” cuenta Josué a quien le encanta la danza y el deporte.
Fue becada hace 20 años y ahora es docente
Glenda Molinares es una de las docentes que se encarga de reforzar las clases de los niños, adolescentes y jóvenes que asisten al centro. Asegura que lo hace con mucho amor ya que alguna vez ella fue alumna de ‘Las Hormiguitas’. “Yo vine aquí a la edad de 11 años, mi mamá hacía tortillas para vender, al año de estar aquí me dieron una beca escolar que para mí fue como un sueño” comparte Glenda.
Muy orgullosa cuenta que está aprendiendo a elaborar pan para posteriormente enseñarle a sus alumnos y a futuro se pueda vender este producto en el centro como una fuente extra de ingresos. “Actualmente estoy recibiendo un curso de panadería que el centro me está financiando con el fin de que yo pueda enseñarles a los niños la elaboración del pan”, afirma.
Este centro, ubicado en la zona norte de Matagalpa, tiene más de 20 años ayudando a niños y niñas que desde muy pequeños se ven obligados a trabajar o acompañar a sus padres a sus labores. Fruto de ésto, hoy en día, son muchos profesionales los que recuerdan a ‘Las Hormiguitas’ como su hogar de infancia.
