Llaveros con formas de tiradoras y morteros, retrateras, tazas, pulseras, bolsos, ropa e incluso calzado son algunos de los artículos que se vendieron en la cuarta edición de esta feria y la segunda que se realiza en Masaya.
Uno de los artesanos fue Edwin Altamirano, quien había sido liberado un día antes de la feria y el participar de la actividad representa para él una oportunidad para obtener ingresos y sustentar a su familia. Al igual que Altamirano muchos de las personas que estuvieron presas por sublevarse al gobierno en el abril del 2018, no han podido conseguir una fuente de ingresos económicos estable, entonces subsisten de la creatividad artesanal proveniente de las manos laboriosas del nicaragüenses.
“Estas ferias surgieron como una iniciativa de la Unión de los Presos Políticos en Nicaragua (UPPN), ante la necesidad que tienen las víctimas de la represión orteguista de generar ingresos y poder subsistir. Empezamos seis artesanos, de los excarcelados. En la segunda edición ya habíamos 14 y ahora tenemos 30”cuenta Ana Cecilia Hooker, coordinadora del comité de feria y miembro de la UPPN.
Ella además considera que el lugar más seguro para realizar la actividad es la iglesia católica, pues ha sido una de las instituciones que ha respaldado a los autoconvocados, además los dueños de locaciones privadas se sienten miedo de apoyar. Otro aspecto que agregó Hooker es la cautela que toman durante la movilización de los artesanos y sus productos, porque todavía existe la posibilidad de ser asediados y encarcelados por la Policía Nacional.
Sin embargo el sentido de la feria no solo radica en el aspecto económico sino en el preservar y aumentar el aguerrido espíritu que alimentó su lucha desde el inicio de las manifestaciones para o vivir en una nicaragua Libre, representada por los colores de su bandera Azul y Blanco“ el folcklore y la música nacional.