A sus 45 años de edad, Mirna se levanta todos los días con la idea de crear nuevas obras a base de palma, cabuya e hilo, que son las principales materias primas para su trabajo.
Mientras trabaja apresurada sentada en su vieja máquina de coser, Mirna recuerda que desde hace más de 20 años empezó a emprender con este arte que le ha permitido sobrevivir y “sacar adelante a sus dos hijas; una adolescente y una joven”, ésta última, la ayuda con pequeños tejidos y bordados como acabados de los sombreros y canastos que elabora.
Como un legado y una herencia de su fallecida madre, Mirna, conserva aquella tradición de los antiguos artesanos quienen emprendían con talleres en sus casas como una alternativa de subsistencia, pues en su pequeña y humilde morada donde habitó por muchos años su progenitora, aún se elaboran piezas artesanales representativas de esta ciudad.
“Yo aprendí cuando mi madre, me puso con mi otra hermana a que ella me enseñara a coser los sombreros, pero cuando llegué a una edad mayor, empecé a hacer yo sola los sombreros”, relata.
“Moriré haciendo esto”
Monimbó es reconocido como la meca de la producción artesanal de Nicaragua. Muchas de las piezas que se elaboran en esta zona de Masaya, forman parte de la historia y de ese talento heredado de generación en generación. Cada pieza, es un producto de manos laboriosas y talentosos de hombres y mujeres que viven de esta compleja ocupación.
Para Mirna, no existe mayor orgullo que el trabajo de un artesano. Aunque lamenta la falta de un relevo generacional en su familia donde solo ella y su hermana, se dedican a este noble oficio. Afirma que morirá haciendo lo que más le gusta, que es ser artesana.
“No hay relevo generacional aquí, ni en otras casas artesanas. En mi casa sola yo y mi hermana hacemos esto. A cómo van los años, aquí voy a morir con mi artesanía y mi sombrero”, manifiesta esta humilde mujer quien se identifica como una apasionada de lo que hace.
Mientras sus manos sostienen un llamativo penacho que recién elaboró con ayuda de su vieja máquina de coser, Mirna cuenta que se prepara con nuevas piezas para la temporada alta de diciembre cuando se registra el mayor número de venta de los reconocidos “chichiles de palma, las canastitas, los abanicos y las muñequitas de trapo”.
Además de las “matracas, los pitos, las maracas y algunas calabacitas y banderitas” que también son propias del mes de los difuntos o de las celebraciones de Halloween, como se le relaciona popularmente. Sus principales compradores provienen de Matagalpa, León, Chinandega, Managua, Granada y Rivas.
“Elaboramos canastas de palmas y sombreros; también hacemos los penachos. Tenemos otros trabajos como los abanicos, alforjas, todo lo que ideamos para vivir de lo tradicional de los monimboseños y para sorprender a los clientes con nuestras artesanías”, señala.
Insumos caros, otra amenaza
Al igual que muchos emprendedores y artesanos de otros rubros, Mirna sobrevive con la venta de sus piezas a pesar del alto costo de la materia prima, no solo en Masaya, sino en todo el país. Sin especificar qué productos han sufrido el alza en los precios, lamenta que sus piezas, tengan una significativa diferencia de costos en comparación al año pasado.
Asegura que el alza en los precios de la materia prima “afecta bastante” el costo de sus productos, lo que tiene consecuencias también en las ventas. Cuando un cliente se queja por los precios, Mirna le explica que debe ajustarse a la nueva alza en Nicaragua, de lo contrario “no continuaría haciendo mi trabajo”.
“A como vamos dudo que en los próximos años se vea este producto porque cada día se eleva el precio de este material y nosotros no podemos pagar más (además) que poca gente se interesa por nuestras artesanías”, indica.
Algunos materiales como la “cabuya, la anilina, los hilos, el aceite”, y otros, han incrementado sus costos en los últimos meses, según detalla Mirna. Por ello explica que muchas de las piezas que en 2022 vendía a un precio de C$400 por docena, este año se ven afectados con un alza de hasta el 50%.
“El sombrero que un día lo tuve a C$200, ahora lo tengo que dar a C$300”, expresa. No obstante, Mirna confía que este año sus ventas incrementarán a pesar de la situación económica que ahoga a los nicaragüenses, y califica de “esperanzadora” la llegada de las fiestas decembrinas en honor a la Purísima Concepción de María.
“Yo siempre espero la bendición de mi Señor porque sin él no somos nada, y espero que los clientes que nos visitan, vuelvan, a pesar de la situación que estamos viviendo”, finaliza.
