Miércoles 15 Mayo 2024
MASAYA

Doña Tere de Monimbó y sus flores silvestres para la Virgen de la Asunción de Masaya

Tiene 78 años de edad y cumple 10 de esta tradición muy conocida en el barrio indígena. A su casa, llegan otros devotos con sus flores para que ellas las entregue al templo “para su virgencita”.    

Doña Tere al igual que muchas personas a su edad, padece muchas enfermedades que aquejan su día a día, sin embargo, asegura que cuando trabaja para la Virgen, no existen dolores ni padecimiento que la atormenten. 

A sus 78 años de vida, María Teresa Vivas o doña Tere a como la llaman cariñosamente, revive una especial y auténtica tradición que no inició con sus antepasados, ni como una promesa en específico, pero que se ha convertido en una costumbre de mucho reconocimiento para su familia y amistades del barrio indígena de Monimbó, uno de los pueblos más tradicionalistas y devotos de la fe católica de la ciudad de Masaya.

Entre risas y encanto propio, doña Tere aún recuerda la primera vez -hace aproximadamente 10 años- cuando el padre Bismarck Conde, Vicario Foráneo de esta ciudad, le pidió encarecidamente una ofrenda de flores silvestres para el altar en honor a Nuestra Señora de la Asunción en su parroquia que lleva el mismo nombre en Masaya. 

Cada 14 de agosto, esta abuela, quien es devota de la Virgen María y reconocida tradicionalista de Monimbó, se prepara con cajetas, chicha y nacatamales para compartir con quienes acuden en su auxilio para elaborar las reconocidas “sartas de flores silvestres”. Estos arreglos deben llevarse a la parroquia como una ofrenda a la Virgen María en la víspera de su fiesta bajo el dogma de Asunta al Cielo. 

Doña Tere, narra que desde hace 10 años sus amistades y familiares la visitan cada 14 de agosto muy de mañana para llevarle ramos de flores silvestres, “ramitos” que son cortados de los huertos, y que sirven para elaborar las “sartas” que deben adornar el altar de la Virgen en su parroquia. Las “sartas” son arreglos de flores naturales. “Se siente alegre porque vienen las amistades y pasamos un momento contento platicando”, asegura la tradicionalista originaria de Monimbó. 

Sin procesión ni filarmónicos

Doña Tere recuerda que esta tradición tiene su génesis en la parroquia Santa María Magdalena, de Monimbó, donde Nuestra Señora de la Asunción fue nombrada copatrona de esta comunidad religiosa y a la que acuden feligreses en rogativa y agradecimiento por favores recibidos. Doña Tere y su difunta hermana, eran parte de ese reconocido grupo que llevaban “sartas de flores silvestres” a la venerada imagen de la Virgen María, mientras no había quien se hiciera cargo de sus arreglos. 

Cuando la imagen de Nuestra Señora de la Asunción de Monimbó recibe a su primer “mayordoma”, es decir, quien debe asumir los arreglos y otros gastos para las celebraciones a la Virgen, hace 10 años, doña Tere recibe el llamado del padre Conde para seguir con sus “sartas de flores” para la patrona de la parroquia de Masaya.

Las entregas de las “sartas” eran armonizadas con filarmónicos y llevadas en procesión hasta el templo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Los sacerdotes y la feligresía llegaban hasta la casa de doña Tere para disfrutar de aquel delicioso brindis que cada año preparaba con esfuerzo y ayuda de su familia; nacatamales, chicha y cajetas. 

“Le dije al padre ‘ya me dejó para año con año’ con esto de las flores, ‘entonces, ¿Hasta que yo me muera?’, y él, ‘posiblemente me dice, o hasta que yo me vaya’”, relata entre risas.

Este año a diferencia de los anteriores, no hubo procesión ni filarmónicos debido a cambios en el programa de las celebraciones, pero la entrega de las “sartas de flores” fueron efectuadas en casa de doña Tere. El padre Conde llegó en compañía de otros sacerdotes para recibirlas

“Esto lo hago una vez al año. En esta ocasión iban tres sartas de cuatro varas cada una, y se las llevaron en una camioneta; vinieron tres sacerdotes, entre ellos el padre Conde, y aquí almorzaron”, agrega. 

“Para la Virgen no estoy enferma”

Doña Tere al igual que muchas personas a su edad, padece muchas enfermedades que aquejan su día a día, sin embargo, asegura que cuando trabaja para la Virgen, no existen dolores ni padecimiento que la atormenten. 

Su vida de fe y amor a la iglesia católica ha hecho que cada 14 de agosto esté más que preparada para cumplir con esta promesa a Nuestra Señora de la Asunción, la cual se ha convertido en una tradición que ahora deberá heredar a sus hijos y nietos. 

“Yo lo hago con mucho amor a la Virgen. Imaginate que cuando no tengo que hacer estos compromisos a la iglesia, se me sube la azúcar o ya me siento mal, pero ahorita que he estado con estos compromisos a la Virgen, he pasado tranquila”, manifiesta.

“Un día le dije a la Virgen; ‘vos sos bandidita, ahorita ningún malestar me ha dado, pero esperate que pase esto de las flores y me va volver a agarrar de nuevo’”, relata entre carcajadas.

Doña Tere se ha convertido en una fiel devota de Nuestra Señora de la Asunción. En 10 años de tradición, revela que ha encontrado la misericordia de Dios y el amor de madre en la Virgen María. Cada diciembre, celebra la tradicional “Gritería”, y espera que este año no sea la excepción. 

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