El momento de quedarse aún más sola se acercaba y la fatal noticia llegó hasta la cama donde ella se enfrentaba al coronavirus; su madre Esperanza Tapia, de 72 años, falleció, una semana después que su padre, y aún pensando que no soportaría más dolor; el domingo 26 de abril recibió la noticia que su hermano, confidente y mejor amigo Mario Mayorga Tapia, de 40 años, también había perdido la batalla contra el Covid-19, convirtiéndose en el tercer integrante de la familia víctima de esta terrible enfermedad.
"No solo perdí a mi mamá, papá y mi hermano, si no que también perdí a dos tíos que eran mis pilares después de mi padre, mi hijo estuvo en casa de unas amistades, por seguridad porque yo estaba infestada y la casa aún no era segura para que mí hijo viniera, nos reuníamos casi cuatro meses después de estar separados", comenta la única sobreviviente de la familia.
Después de cinco meses, el pasado 26 de septiembre, Violeta Mayorga tuvo la oportunidad de sepultar una parte de las cenizas de sus padres y hermanos en una ceremonia privada, dejando un poco de cenizas de cada uno de ellos, para traerlos a la ciudad de Masaya, donde formaron su hogar, además la familia Mayorga Tapia tenía pensado regresar en un futuro a suelo nicaragüense.
"El 26 de septiembre los enterré (pades y hermano), pero dejé (cenizas) un poco de cada uno de ellos aparte, para compartir también en la ciudad de Masaya, aproximadamente iré allá en enero a depositar esa cajita donde esta un poco de ellos, compartir con esa familia que también tengo en Nicaragua en la ciudad de Masaya que ellos tanto querían, yo sabía que los conocían mucha gente, pero no que le tenían tanto cariño", asegura Violeta Mayorga Tapia.
La pareja de docentes junto a sus dos hijos tenían más de 40 años de vivir en Estados Unidos, pero dejaron un gran legado en la educación en la ciudad de "Las Flores", donde Don Mario Mario, además de ser docente de Español ayudó a la fundación del colegio Bautista, mientras su esposa era maestra de biología, química y anatomía en el colegio Salesiano. Este padre, madre e hijo se rindieron a la muerte en un hospital de Miami.
Violeta asegura que al estar pendiente de lo que ocurría con sus familia, le ayudó a resistir un poco más el mortal virus, logrando bloquear la enfermedad y vencerla, ya que era ella quien tomaba las decisiones sobre el estado de salud de sus padres y hermano, a la vez de estar pendiente de su hijo que estaba lejos de ella.
"Tener esa responsabilidad de mis padres hermano y todo de la casa me ayudaron a bloquear la enfermedad, yo estaba alerta aunque estaba en un cuarto aparte (hospitalizada) también mal , pero sabia que tenía esa responsabilidad y eso considero me ayudó a salir adelante", comenta la resignada mujer.
Para Violeta Isabel Mayorga Tapia ,de 45 años, de profesión enfermera, no ha sido fácil ya que su vida le ha cambió de pronto, quedo sin empleo y sin apoyo del gobierno de los Estados Unidos por la cantidad de casos que atendieron, la tragedia no es para menos, ha sido difícil, pero no imposible, ya que asegura que lo más duro ha sido aprender a tomar decisiones fuerte sin el apoyo de su familia. Además de seguir recuperándose de las secuelas del Covid-19, junto a su hijo "su motor" como lo llama, ambos están tomando terapias para superar la pérdida de su familia desde las paredes que fueron testigos del amor más grande que es el de la familia y que perdurará para siempre en su corazón.
El Covid-19 arrasó casi por completo a esta familia reconocida de Masaya, porque en una lapso de 15 dejó solo como sobreviviente a Violeta Mayorga, una mujer que nunca imaginó recibir tres rotundos golpes al corazón que pudieron llevarla a la muerte, pero que con la fe en Dios y alma guerrera luchó para seguir viendo crecer a su pequeño hijo.