La angustiada madre dijo que cuando la Policía llegó a desmontar el tranque a punta de balazos, su hijo fue secuestrado por fuerzas especiales de la policía y desde entonces no sabe nada de él, a pesar de que ha insistido ante la Policía de León que le digan dónde lo dejaron.
“He puesto denuncia en la Policía de León, en el Chipote y no me dan razón. Lo busqué en hospitales y morgue. Lo que quiero es que me digan dónde está enterrado”, dijo doña Esperanza, ayer ante la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH).
El 7 de julio de 2018, un día después que su hijo desapareció, pobladores de la comarca Proilo de León denunciaron que fuerzas especiales de la policía llegaron en la madrugada a quemar un carro con un cuerpo adentro y presumían que era el joven, por lo que su familia se trasladó al lugar.
“La policia no me autorizo realizarle examen de ADN a la mandíbula del cadáver para saber si era mi hijo. Primero me dijeron que, a los seis meses, fuimos nuevamente y me dijo que a los ocho meses y luego que al año. Mi esposo fue el 5 de julio pasado y le dijeron que nunca lo iban a permitir y que era valiente por andar preguntando por eso”, denunció Salgado ante la CPDH.
Doña Esperanza dijo que ella le pide a Dios que se lo entreguen “vivo o muerto. Que me digan dónde está mi hijo para enterrarlo yo o que me den una pista para yo encontrar a mi muchacho”.
La abogada Carla Sequeira, de la CPDH, dijo que ellos recibieron la denuncia de la desaparición de Ervin Gallo el 17 de julio del año pasado.
Este es uno de los casos de jóvenes desaparecidos durante las protestas contra el Gobierno de Daniel Ortega, entre abril y julio de 2018, cuando desmanteló los tranques de protesta a balazos, pero pocas familias se animan a denunciar ante las amenazas constantes a sus familiares. Xavier Eduardo Mojica Centeno, 22 años, es otro de los desaparecidos, la última vez que lo vio su mamá fue el 11 de junio de 2018.
Ervin Gallo es ingeniero en Sistemas, tenía un negocio propio en su casa donde también ofrecía reparación de computadoras y celulares. Tiene dos hijos, uno de 7 y otro de 15 años de edad que preguntan cuándo llegará, dijeron sus tías maternas.
“Él (Gallo) se unió a los autoconvocados desde el 18 de abril, solo llegaba a la casa para cambiarse de ropa, a finales de junio ya ni llegaba a la casa, estaba entregado totalmente porque decía que quería cambios en este país”, dijo su progenitora.
Periódico Hoy