Viernes 26 Abril 2024
CHINANDEGA

La presa que se negó a salir de la cárcel

La presa política Kenia María Gutiérrez Gómez, de 36 años, solo tenía que obedecer a unas custodias para obtener la excarcelación que le ofrecía el gobierno. Sin embargo, esta chinandegana se negó y eligió seguir presa en la cárcel de mujeres La Esperanza, en Tipitapa. Ella quiere, según su familia y amigos, la libertad plena, no casa por cárcel o el régimen de convivencia familiar. También se negó a dejar a sus compañeras de celda. Ella exige la libertad de todos los reos de conciencia.

La familia de Kenia es de escasos recursos a ellos les parece ilógico que este condenado por “financiar terrorismo”.

Gutiérrez era parte de los cincuenta presos políticos que fueron excarcelados el pasado viernes 15 de marzo. Ella fue secuestrada por la Policía Nacional desde el pasado 25 de agosto, en su vivienda en El Viejo, Chinandega. Un día después fue presentada como terrorista en las instalaciones policiales de Plaza El Sol, en Managua. Fue recluida primero en la cárcel El Chipote, donde estuvo 48 días, y luego enviada a La Esperanza.

Yaritza Rostran , vocera del movimiento universitario y presa política excarcelada, relata porqué Gutiérrez se negó a dejar la celda junto con ella y otras reas de conciencia. “Ella no quiso salir porque le parece que es un insulto que nos estén excarcelando cuando en realidad nos deberían estar dando nuestra libertad. Ella consideró más oportuno quedarse en el Sistema Penitenciario con las mujeres que quedaron allá. Respetamos su decisión y la entendemos porque fue difícil dejar a nuestras compañeras”, comenta.

Joaquín Valle Morales, pareja de Gutiérrez, entiende la decisión de su compañera. “Todo el que es prisionero político que salga en libertad, pero no libertad a medias, como casa por cárcel. Libertad es una sola palabra, es ser libre; entonces eso es lo que ella quiere”, afirma.

También el hermano de Kenia, Álvaro Gómez, explica que los excarcelados por el Gobierno siguen presos, pero en sus casas, donde paramilitares y policías los rondan y hostigan. “(Kenia) quizás quiso evitar eso para proteger a sus hijos y a la familia. Además de eso, ella siente que no puede dejar sola a sus compañeras de celda”, comenta.

Golpizas y torturas

Gutiérrez es compañera de celda de la líder de los comerciantes que llamó a la desobediencia civil, Irlanda Jerez, y las hermanas cantoras de Niquinohomo Olesia y Tania Muñoz. El grupo ha sido reprimido y golpeado brutalmente por custodios de La Esperanza, por protestar con acciones como cantar el himno nacional.

“En la Esperanza fueron golpeadas el 26 de octubre. En enero la golpearon solo a ella cuando intentaba llevarle agua a la presa de otra celda que estaba mal y no tenía agua”, relata Gómez.

El hermano asegura que Kenia fue torturada “de manera salvaje” durante 45 días, de los 48 que estuvo en El Chipote. “Desbarataron sus dedos de los pies, le dañaron sus uñas. Ella suplicó muchas veces al médico que se las arrancara porque le dolían; ella pensaba que al arrancarlas iba a terminar el dolor. El médico no quiso, obviamente porque al arrancarle las uñas iba a tener señas visibles de que había sido torturada. En su cuello también tuvo señas visibles”, describe.

A las torturas físicas siguieron las psicológicas. En una ocasión, un investigador le mostró a Gutiérrez un vídeo de sus dos hijos y sobrinos —todos niños—, mientras regresaban de comprar en una venta en El Viejo. “El inquisidor señaló con su pistola la pantalla de la laptop y le dijo: ‘los voy a matar’”, relata.

“Querían obligarla a hacer un vídeo en el que implicara a otras personas, a personas que ni siquiera conocía y algunas que solo había escuchado mencionar su nombre en Chinandega y El Viejo. A Félix Maradiaga y Lesther Alemán, personas que nunca ha visto más que en televisión. Querían obligarla a que dijera cosas en contra de esas personas porque si no iban a matar a sus hijos, a sus papás, a sus hermanos”, detalla.

En febrero pasado, el juez Edgar Altamirano declaró a Gutiérrez culpable por el supuesto delito de financiamiento al terrorismo. El judicial es el mismo que condenó a más de 200 años de cárcel a los líderes campesinos Medardo Mairena y Pedro Mena, sentencia calificada como una “aberración jurídica”.

Altamirano también la declaró culpable por proliferación y financiamiento de armas de destrucción masiva, porque supuestamente planificaba atacar a los medios de comunicación oficialistas.

La Fiscalía solicitó una condena de 18 años de prisión.

Para la familia de Kenia, las acusaciones son ilógicas e incoherentes porque ellos carecen de recursos económicos.

“En la casa hay dificultades económicas. Ella tuvo dificultades por unos robos en su negocio. Es absurdo que la acusen de financiar el terrorismo. No sé a qué le llaman ellos financiar el terrorismo”, reclama Valle.

Gutiérrez protagonizó un par de encontronazos con el juez. Durante una audiencia, le escribió, en un acta, una postalita en la que le decía: “Señor juez, lea el Salmo 58. De que se van, se van”.

El Salmo 58 de la Biblia habla de las injusticias y la opresión de los poderosos, y de un castigo divino para los impíos.

 “¿Acaso ustedes, los poderosos, pronuncian realmente sentencias justas y gobiernan a los hombres con rectitud?”, se lee en el segundo párrafo del mencionado salmo. En el tercer párrafo se indica: “¡No! Ustedes cometen injusticias a plena conciencia y favorecen la opresión en la tierra”.

Gómez subrayó que el día que Altamirano declaró culpable a su hermana, ella aprovechó su turno de la palabra para decirle: “Ustedes pueden fabricar contra mí las pruebas que quiera, puede condenarme a mil años si así lo desean. Sin embargo, ante los ojos del mundo y, principalmente, ante los ojos de Dios soy inocente. En cambio, a usted su conciencia lo acusa y condena por corrupto”.

Cerraron negocio por acoso

La presa política se involucró en las protestas por el enojo y dolor que le causaron las agresiones de las turbas orteguistas contra los ancianos jubilados de León, el pasado 18 de abril. También por las primeras muertes de jóvenes en Managua, en especial el niño Álvaro Conrado de 15 años  .

Gutiérrez participó en las marchas de Chinandega y El Viejo, pero nunca estuvo involucrada, según su familia, en la organización de ningún movimiento de ciudadanos autoconvocados. Ella solo participaba porque estaba en contra de las medidas del régimen.

Previo a su arresto, Kenia y su familia vivieron días de acoso y amenazas .En la calle, en su casa, en el negocio. La persecución y el hostigamiento eran constante.

 “Teníamos un negocio de venta de motocicletas en El Viejo. Se hablaba de que iban a ponernos una bomba en el negocio, al inicio no le hicimos mucho caso, pero luego dijeron que nos iban a quemar las motos. Tuvimos que entregar las motos en junio, aunque para julio el acoso y asedio era muy fuerte, vehículos se parqueaban al frente del local, no bajaban los vidrios y desde ahí nos tomaban fotografías o vídeos al local. Por todo ese decidimos cerrar el negocio”, narra Gómez.

Reafirma ideales de libertad

Pese al acoso en libertad, y a las torturas y golpizas en la cárcel, la familia de Kenia asegura que ella ha reafirmado sus ideales de libertad y democracia para Nicaragua.

“Habla con mayor firmeza, se le ve fuerza y convicción en lo que dice. Lo que hacen al encarcelar a alguien es provocar el enojo, provocar la ira”, reflexiona Valle.

Su pareja comenta que Kenia “siempre ha tenido esa fortaleza” y que en una ocasión él le dijo que no fuera a una marcha, porque se presentía el peligro, pero ella le contestó: “Usted cree que la mujer es solo para ponerse bella. No, nosotras también sentimos, también pensamos. Yo como mujer tengo que hacer algo por este país”.

 

               Fuente : Confidencial

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