Se le conocía como 'Taco' y al decir su nombre se resume una gran historia como socorrista, guardavida e instructor de natación que ejerció en vida el Comandante Nacional de Cruz Roja Nicaragüense, Carlos José Solórzano Medina.
Carlos José nació en Chinandega el 18 de marzo de 1957. Entró a esta benemérita institución a los 16 años como voluntario de la Filial de Cruz Roja de esta ciudad. Acá mostró su entusiasmo y con empeño se hizo un excelente socorrista, además de un guardavida con destacada participación, salvando vidas en situaciones de alto riesgo en las principales playas de la costa chinandegana.
Por el tenaz desarrollo en tiempos de la guerra al final de los años 70 se ganó el respeto de las autoridades y fue nombrado Comandante Nacional de Cruz Roja.
Durante el huracán Mitch en 1998 brindó con ahínco su mejor esfuerzo en las faldas del volcán Casita, Posoltega, integrándose a las brigadas de rescate en una catástrofe que dejó más de 2500 víctimas reportadas en aquel fatídico año.
Reconocen su labor como guardavidas e instructor
Con su partida, el pasado fin de semana, los chinandeganos y sus compañeros de la Cruz Roja reconocieron su desarrollo y su entrega cómo instructor de cientos de jóvenes que agradecieron sus enseñanzas. “Fue una gran experiencia conocerlo y poder aprender de él, siempre recordaremos su gran labor”, señaló un miembro de Cruz Roja.
“Carlos brindo 49 años de servicio a nuestra institución, con más de 376 rescates con vida, se convirtió en instructor de instructores en seguridad acuática, ayudó a muchos chinandeganos brindando servicios de atención en emergencias, Chinandega pierde un gran hombre” comentó Rene Valverde, vocero de Cruz Roja en Chinandega.
“Siempre respetó los principios, siempre estuvo pendiente para apoyar y ayudar a nuestra población, un hombre con un gran voluntariado”, fueron mensajes expresados por miembros de Cruz Roja durante el homenaje póstumo en su vela, donde, además, se le rindió guardia de honor.
Fue liniero en el antiguo Telcor.
En el año de 1983 ingresó a trabajar a las Oficinas de Telecomunicaciones y Correos (Telcor) con disciplina en sus labores formó parte de la cuadrilla de linieros técnico en telecomunicaciones, para corregir las fallas que se presentaban en el telégrafo y la telefonía convencional, que en esos año tenía la inmensa mayoría de la población.
Se le recuerda a bordo de su bicicleta para reparar los últimos teléfonos convencionales, que conservaban algunas viviendas, los que poco a poco fueron desapareciendo debido al uso masivo de telefonía celular.
Con su esposa, María Iliana López, procrearon cuatro hijos; Diana, Nohemi, Isaac y María Iliana. “Taco” fue el membrete de Carlos Solórzano, la reconocida referencia de un gran ser humano, comprometido con los principios de una institución al servicio de los más necesitados sin distinción alguna.