Doña, Elenita, creció en el barrio de Güisquiliapa, hasta que contrajo matrimonio con don, Julián y se establecieron en la casa esquinera opuesta donde fue el patio de don, Marcial Zuniga, donde ahora es el templo de los mormones.
Don Julián, toda la vida, trabajó con ganado y en esa misma casa esquinera, doña, Elena, preparaba enormes peroles de sopa de res y de mondongo, que compartía con sus vecinos y los borrachitos que pululaban por el citado barrio jinotepino.
Una mujer muy piadosa y católica que deja un gran recuerdo de admiración y respeto.
Doña, Elenita, está siendo velada donde fue su casa de siempre, de la parroquia San Antonio, de Jinotepe, una cuadra arriba.
Nuestras oraciones por el eterno descanso de su Alma y nuestra solidaridad con sus hijos, Patricia, Cesar y Omar Matus Traña.