Con 83 años, dice tener siete hijos y también recuerda que fue a los 12 años cuando vino a Jinotepe procedente del departamento de Granada y se quedó para siempre porque es su deseo descansar eternamente en esta ciudad que lo acogió cuando era una criatura.
Bailarle a Santiago, expresa, fue inicialmente una promesa que se volvió costumbre porque ahora es un hobby el que siente.
Este año cumple 50 años de acompañar a Santiago y es una jornada cansada desde el tope y la procesión del 25 de julio que recorre toda la ciudad, aunque ahora por la peste las fiestas del Apóstol en Jinotepe han sido restringidas.
Recuerda que el baile de inditas y galanes con marimba se está perdiendo y por eso en el grupo donde baila hay un compromiso de heredar la tradición a jóvenes y niños para que la conserven.