Pero ese olor que se esparce en ese punto pequeño de la cabecera departamental es más intenso en la casa, donde viven algunos de los integrantes de la familia, pues es donde la magia sucede, donde se moldea la masa, se preparan los ingredientes, para meterlos al horno, y luego sacarlos en el sartén listo para la venta.
Este emprendimiento lo inició doña Indiana Elizabeth Sánchez Molina, una señora de carisma único, personalidad alegre, risa contagiosa, aspectos que combinados con el sabor de su pan era un imán de clientes, logrando que el negocio de más de 30 años fuera próspero.
Sin embargo, doña Indiana falleció en junio del 2020, una tragedia que sacudió como si fuera un terremoto de gran magnitud a su esposo, sus siete hijos y demás seres queridos. Tras su muerte, una de sus hijas, Tatiana Velásquez Sánchez y el viudo de Indiana se han puesto al frente del negocio.
“Mi mamá emprendió por la necesidad de los hogares nicaragüenses. Venimos de una familia repostera, entonces ella fue aprendiendo, viendo, a partir de eso pues ella empezó hacer poquitos de panes…luego fuimos creciendo” dijo Tatiana, mientras está sentada en un sofá cerca de una pared decorada con fotografías, en la mayoría de los retratos la principal protagonista es doña Indiana.
“Cuando mi mamá empezó con panes normales, panes simples, picos, pan dulce, luego innovó con el pan de hojaldre, pan pizza, que yo recuerde ella fue la primera que inició con pizza. Tuvo buena aceptación luego iniciamos otros tipos de panes introduciendo rellenos de carne, de pollo, dulce, vamos haciendo masas diferentes”, mencionó Tatiana.
La joven refirió que mientras estudiaba la carrera de Administración, la cual ya terminó, su mamá le enseñaba las recetas, con el tiempo ambas se fueron preparando, tomando cursos técnicos para ofrecerle a la clientela un mejor producto.
“Mi mamá y yo ingresamos a cursos de repostería, de contabilidad, hicimos planes de inversiones, para poder comprar maquinaria, porque necesitábamos crecer, reducir proceso, todo conforme a los planes de inversión”, expresó
Sin embargo, el proceso no ha sido fácil, al contrario, ha estado lleno de retos, por varios factores, la ausencia de doña Indiana, la pandemia del Covid-19 y el aumento en el precio de la materia prima que utilizan.
“Uno de los retos es la adaptación, no tener que alguien que te diga que lo estás haciendo bien o lo estás haciendo mal…Hemos tratado de mantenernos en pie, la pandemia nos ha golpeado a nivel mundial, no solo un sector y nosotros como pequeños empresarios no tenemos una contabilidad exacta y eso nos ha perjudicado, pero ahí vamos tratando de mantener los precios, aunque la materia prima sube de precio”, mencionó.
Eso sí, el sueño de que tenía doña Indiana de que el negocio crezca más, sigue latente, al igual que el seguir deleitando el paladar no solo de los jinotepinos, sino de ciudadanos provenientes de otros lugares.