Más que un trabajo, el vivero se ha convertido en una forma de vida, pues esta noble labor la heredó de sus padres, quienes también se dedicaban a la comercialización de plantas ornamentales y frutales.
“Mis padres comenzaron este trabajo y desde que tengo uso de razón yo trabajo en esto, tiene buen tiempo, ya, ha sido mi manera de sobrevivir, todo el tiempo gracias a Dios, mi trabajo siempre ha sido por cuenta propia en lo que es plantas”, afirma Don Donald.
Desde niño creció rodeado de naturaleza, flores, el oxígeno limpio que emana de las plantas, es de ahí donde aprendió cómo cuidar y reproducir la plantas, lo que hoy económicamente es su sustento de diario.
“Aquí ofrecemos lo que es frutal, entre aguacate, cítrico, naranja, mandarina, limón, todo lo que es cítrico, en frutal también mango, zapote y todas esas plantas, estamos hablando que son injertos también si el cliente quiere plantas criollas también se las ofrecemos” recalca.
Cabe destacar que quienes se dedican a los viveros es una aventura, ya que don Donald afirma que hay días buenos y días malos, días en que venden grandes cantidades y días que prácticamente no venden nada.
Aventura
“Aquí hay días que no se vende, pero hay una temporada que es muy buena la venta, quizás en el mes puede andar de 20, 000 córdobas el ingreso, en la temporada de invierno se vende mucho los frutales, porque empiezan a sembrar los productores, retirándose el invierno se comienza con la planta ornamental como cactus y lo que es la planta para decorar”, menciona.
“Lo que no tenemos se lo conseguimos”, es parte de su lema, ya que su principal objetivo es que sus clientes se vayan satisfechos para que regresen pronto.
Campos Azules es una comunidad pequeña, de tierras fértiles donde la mayoría de sus habitantes han aprovechado estas virtudes , tanto que hay alrededor de 40 viveros.