Los recuerdos de Alisten Barrera son más que pensamientos, son fotografías que a diario observa en la introspección de su mente, a su hijo lo mataron ese fatídico ocho de julio del 2018, cuando muchas vidas inocentes terminaron cruelmente, solo por anhelar el sueño de una Nicaragua Libre, después de que el gobierno ejecutara la “Operación Limpieza”, que perseguía el fin de derribar los tranques que se levantaron en el contexto de la crisis sociopolítica que inició en abril del 2018, cuando el pueblo empezó a protestar contra el gobierno, que pretendía aprobar unas reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, INSS.
Entre las víctimas se encontraba Villavicencio, un joven que en ese entonces tenía 25 años. Era de personalidad carismática, alegre, trabajador, buen hijo, pero sobre todo un gran padre, así lo describió su madre Alissenth Barrera, quien dice sentirse “muerta en vida”.
“Hoy me siento muertas en vida, porque me quitaron un pedazo de mi corazón, pero orgullosa de él, porque luchó hasta dar su vida por nosotros, un gran hijo, un gran padre, un hombre trabajador, él para mí era alguien especial”, dice la acongojada madre.
Ella supo de su muerte a las once de la mañana de ese ocho de julio. El cuerpo del joven se encontraba cubierto con una sábana en la morgue de la Empresa Médica de Carazo y al verlo inerte, ella sintió que el alma se le iba.
“Ocho de julio a las 11 de la mañana recuperé su cuerpo en la empresa médica, en medio de la balacera me fui, los encontraba, ellos, a los paramilitares, pero el Señor me cubría con la sangre de Cristo. Allá en la Empresa Médica miro a alguien en una camilla, nunca pensé que era mi hijo el que estaba ahí. Se me fue el alma, el corazón, cuando destapé la sabana, lo vi ahí”, recuerda entre lágrimas.
Anécdotas
Asimismo, recuerda que una doctora le prestó una ambulancia para que se llevara a su hijo, quien dejó a dos menores en la orfandad, el más pequeño tenía 3 meses y el mayor, 2 años.
“Mi corazón quedó en silencio, el señor tiene que hacer justicia para todos los asesinados ese 8 de julio, y nosotras las madres debemos tener fortaleza”, dijo Barrera.
Ahora solo le quedan las fotos y anécdotas que protagonizaron.
“Cuando yo quería salir a un lugar y él no me dejaba, yo me echaba Zepol en la cabeza , y decía ya estás con dolor de cabeza, andá acostate entonces, me decía y cuando él se iba , yo me quitaba el Zepol y me iba donde una amiga, al día siguiente él se daba cuenta y me decía ya no te vuelvo a creer que tienes dolor de cabeza “, recordó, la señora mientras secaba las lágrimas, para darn paso a una leve sonrisa.
“Le encantaba celebrar mi cumpleaños, le encantaba verme feliz, le encantaba”, concluyó esta madre que ya no puede abrazar a su hijo.
