Hay quienes en esta época, piensan en pasear, ir al mar y disfrutar en familia de los lugares turísticos de nuestro país. Prácticamente en eso se ha centralizado, y se ha reducido para algunos el significado de “Semana Santa”. Quizás para estas fechas
se escucha mucho en artículos, medios de comunicación que debemos reflexionar sobre lo que aconteció con el Mesías, y puede resultar un asunto insignificante, pero cómo considerar de intrascendente este evento que marcó la historia y el rumbo de la humanidad.
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Aunque todo momento debe ser una oportunidad para tener un encuentro con Dios y priorizar el aspecto espiritual, estas fechas podrían ser una excelente oportunidad, pues en este contexto reconciliarnos con nuestra parte inmaterial se hace nesario.
“¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva”. 1 Pedro 1:3
Él como dice su palabra no vino para condenar al mundo, sino para salvarlo.
"El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno. Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén".
Hebreos 13:20-21
Como parte de los actos religiosos tradicionales de Semana Santa el pueblo judío celebraba la fiesta de Pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto, el día de la primera luna llena de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.
En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud.
Jesús es el nuevo cordero que trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.
Así que reflexiona sobre el rumbo de tu vida, pregúntate que hace falta en tu vida, y averigua si eso que te falta no es Jesús.